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Datos principales


Desarrollo


Cómo Cortés buscó a los marineros que eran menester para remar en los bergantines, y se les señaló capitanes que habían de ir en ellos, y de otras cosas que se hicieron Después de hecho el alarde ya otras veces dicho, como vio Cortés que para remar los bergantines no hallaban tantos hombres del mar que supiesen remar, puesto que bien se conocían los que habíamos traído en nuestros navíos que dimos al través con ellos cuando venimos con Cortés, e asimismo se conocían los marineros de los navíos que dimos al través con ellos cuando venimos con puestos por memoria y los habían apercibido porque habían de remar, y aun con todos ellos no había recaudo para todos trece bergantines, y muchos dellos rehusaban y aun decían que no habían de remar; y Cortés hizo pesquisa para saber los que eran marineros o habían visto que iban a pescar, o si eran de Palos o Moguer o del Puerto o de otro cualquier puerto o parte donde hay marineros, les mandaba, so graves penas, que entrasen en los bergantines, y aunque más hidalgos dijesen que eran, les hizo ir a remar, y desta manera juntó ciento y cincuenta hombres para remar: y ellos fueron los mejor librados que nosotros los que estábamos en las calzadas batallando, y quedaron ricos de despojos, como adelante diré y desque Cortés les hubo mandado que anduviesen en los bergantines, y les repartió los ballesteros y escopeteros y pólvora y tiros e saetas y todo lo demás que era menester, y les mandó poner en cada bergantín las banderas reales y otras banderas del nombre que se decía ser el bergantín, y otras cosas que convenían; nombró por capitanes para cada uno dellos a los que ahora aquí diré: a Garci-Holguin, Pedro Barba, Juan de Limpias Carvajal, "el sordo", Juan Jaramillo, Jerónimo Ruiz de la Mota, Carvajal, su compañero, que ahora es muy viejo y vive en la calle de San Francisco; e a un Portillo, que entonces vino de Castilla, buen soldado, que tenía una mujer hermosa; e a un Zamora, que fue maestre de navíos, que vivía ahora en Guaxaca; e a un Colmenero, que era marinero, buen soldado; e a, un Lerma e a Ginés Nortes e a Briones, natural de Salamanca; el otro capitán no me acuerdo su nombre; e Miguel Díaz de Auz; e cuando los hubo nombrado, mandó a todos los ballesteros y escopeteros e a los demás soldados que habían de remar, que obedeciesen a los capitanes que les ponía y no saliesen de su mandado, so graves penas; y les dio las instrucciones que cada capitán había de hacer y en qué puesto habían de ir de las calzadas e con qué capitanes de los de tierra.

Acabado de poner en concierto todo lo que he dicho, viniéronle a decir a Cortés que venían los capitanes de Tlascala con gran copia de guerreros, y venía en ellos por capitán general Xicotenga, "el mozo", el que fue capitán cuando las guerras de Tlascala, y este fue el que nos trataba la traición en Tlascala cuando salimos huyendo de México, según otras muchas veces lo he referido; e que traía en su compañía otros dos hermanos, hijos del buen viejo don Lorenzo de Vargas, e que traía gran copia de tlascaltecas y de Guaxocingo, y otro capitán de cholultecas; y aunque eran pocos, porque, a lo que siempre vi, después que en Cholula se les hizo el castigo, ya otra vez por mí dicho en el capítulo que dello habla, después acá jamás fueron con los mexicanos ni aun con nosotros, sino que se estaban a la mira, que aun cuando nos echaron de México no se hallaron ser nuestros contrarios. Dejemos esto, y volvamos a nuestra relación: que como Cortés supo que venía Xicotenga y sus hermanos y otros capitanes, e vinieron un día primero del plazo que les enviaron a decir que viniesen, salió a les recibir Cortés un cuarto de legua de Tezcuco, con Pedro de Alvarado y otros nuestros capitanes; y como encontraron con el Xicotegan y sus hermanos, les hizo Cortés mucho acato y les abrazó, y a todos los demás capitanes, y venían en gran ordenanza y todos muy lucidos, con grandes divisas cada capitanía por sí, y sus banderas tendidas, y el ave blanca que tienen por armas, que parece águila con sus alas tendidas; traían sus alféreces revolando sus banderas y estandartes, y todos con sus arcos y flechas y espadas de a dos manos y varas con tiraderas, e otros macanas y lanzas grandes e otras chicas e sus penachos, y puestos en concierto y dando voces y gritos e silbos, diciendo: "¡Viva el emperador, nuestro señor, y Castilla, Castilla, Tlascala, Tlascala!" Y tardaron en entrar en Tezcuco mas de tres horas, y Cortés los mandó aposentar en unos buenos aposentos, y los mandó dar de comer de todo lo que en nuestro real había; e después de muchos abrazos y ofrecimientos que los haría ricos, se despidió dellos y les dijo que otro día les diría lo que habían de hacer, e que ahora venían cansados, que reposasen; y en aquel instante que llegaron aquellos caciques de Tlascala que dicho tengo, entraron en nuestro real cartas que enviaba un soldado que se decía Hernando de Barrientos, desde un pueblo que se dice Chinanta, que estará de México obra de noventa leguas; y lo que en ella se contenía era que habían muerto los mexicanos en el tiempo que nos echaron de México a tres compañeros suyos cuando estaban en las estancias y minas donde los dejó el capitán Pizarro, que así se llamaba, para que buscasen y descubriesen todas aquellas comarcas si había minas ricas de oro, según dicho tengo en el capítulo que dello habla y que el Barrientos que se acogió a aquel pueblo de Chinanta, adonde estaba, y que son enemigos de mexicanos.

Este pueblo fue donde trajeron las picas cuando fuimos sobre Narváez. Y porque no hacen al caso a nuestra relación otras particularidades que decía en la carta, se dejará de decir; y Cortés sobre ella le escribió en respuesta dándole relación de la manera que íbamos de camino para poner cerco a México, y que a todos los caciques de aquellas provincias les diese sus encomiendas, y que mirase que no se viniese de aquella tierra hasta tener carta suya, porque en el camino no le matasen los mexicanos. Dejemos esto, y digamos cómo Cortés ordenó de la manera que habíamos de ir a poner cerco a México, y quiénes fueron los capitanes, y lo que más en el cerco sucedió.

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