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Capítulo CXL Que trata de las plantas y árboles e verdura y ganado que hay en esta provincia de Chile de nuestra España Quise hacer relación de las cosas que de nuestra España se han traído a estas provincias de Chile, porque en ella hay muchos melones e muy buenos, e muy buenas coles, y lechugas y rábanos y cebollas y ajos y zanahorias. Berenjenas, e perejil y acelgas y cardos y lentejas y garbanzos. Habas, mastuerzo, y anís y cilantro y albahaca, hinojo y ruda. Pues mostaza y nabos ha cundido tanto que en los campos no hay otra cosa, e hierbabuena, infinitísimo por los campos. E todo esto se da tan bien como en la parte que mejor se da de nuestra España. E se dará todo lo demás que se trujere. Plantas de España hay viñas, y en ninguna parte de Indias se ha dado tan buena uva como en esta tierra. Hácese muy buen vino. Y el primer hombre que lo hizo en esta tierra fue un vecino que se dice Rodrigo de Araya, y así mesmo fue el primero que trujo trigo a esta tierra. Hácese ya tanto vino que basta para la gobernación, y que pueden proveer a otras partes. Hay higueras y dan muy buen fruto, y granadas y las dan buenas, e naranjas y limas e cidras y membrillos y manzanas, y todas las demás árboles que se traigan de nuestra España se dará muy bien. Y ansí mismo hay mucho lino y se hace muy buen lienzo, e se podía pasar con ello. E los señores de indios tienen telares, e visten los indios de ello. Es gran provecho para los naturales. Ganado hay muchas yeguas, y el que más yeguas y caballos metió primero en esta tierra fue el bachiller Rodrigo González, natural de Carmona.

Hay muchas vacas e ovejas y cabras e puercos. Y esto se multiplica tan bien que hay ya en tanta cantidad, que si estuvieran atenidos los españoles al ganado de la tierra, no se comería carne. Hay muy buenas hierbas e pastos. Hay muchas gallinas e palomas, que los naturales crían. En torno de esta ciudad de Santiago, cuatro y cinco y seis leguas, se sirven carretas, que no fue poco descanso para los naturales. Hay molinos de agua e no pocos. Estaban los naturales espantados de ver que hacían servir al agua e a las piedras. E también tenían a mucho de luego de ver cazar los alcones, y de cómo los cristianos los hacían venir a la mano e los hacían servir de tomar las perdices, y aún decían, pues que aquéllos habían servir, que no era mucho hacerlos servir a ellos.

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