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Capítulo CXIV Que trata de cómo se volvió el gobernador don Pedro de Valdivia con toda la gente de este lago a la ciudad de Valdivia y de cómo fue a la ciudad de Santiago Este gran lago dio vuelta el gobernador sin ver más tierra, porque fuimos por entre la mar y la cordillera nevada por medio del compás que hay de tierra, que no vimos la mar, ni la cordillera nevada, si no es por este lago. Vuelto el gobernador a la ciudad de Valdivia, de todos los prencipales que tenía noticia repartió a la gente que tenía en la ciudad, hasta tanto que volviese a repartirlos y a encomendárselos. Y de aquí fue a la ciudad Imperial, y vista la visita de los caciques e principales de la comarca de la ciudad, los repartió y encomendó y dio cédula de ellos a los vecinos que allí habían de ser, que fueron ochenta. Esto hizo a cuatro días del mes de marzo de mil y quinientos y cincuenta y dos años. Estuvo aquí el gobernador doce días y luego se partió para la ciudad de la Concepción, dejando por su teniente al maestre de campo Pedro de Villagran. Fue con el general Gerónimo de Alderete que vino de la Villarrica habiendo dejado qué convenía. Llegó el gobernador a la ciudad de la Concepción a cinco de abril del año de cincuenta y dos. Estuvo en esta ciudad cinco meses. Luego se partió por la mar a la ciudad de Santiago. Despachó a Francisco de Aguirre por su teniente a la ciudad del Barco, la que había poblado Joan Núñez de Prado, y para esto le dio sus provisiones y para que sí se hallase con gente, poblase otra ciudad en los diaguitas.

Y diole a la villa de la Serena para que tuviese puerto para aquella tierra. Y luego despachó al general Gerónimo de Alderete a Su Majestad, y llevó ochenta mil pesos. Despachado Gerónimo de Alderete, se partió el gobernador por tierra a la ciudad de la Concepción y llegó víspera de Pascua de Navidad. Y pasada la fiesta despachó a Francisco de Villagran con sesenta hombres fuese al lago y visitase la tierra, que de allí a dos o tres meses iría allá él y poblaría en aquella loma donde había estado la otra vez una ciudad, y daría de comer a los que no había dado. Despachado Francisco de Villagran, acordó enviar dos navíos que tenía a descubrir el estrecho de Magallanes. Envió en ellos al capitán Francisco de Ulloa. Salieron estos navíos de la Concepción a ocho días del mes de septiembre, año de mil y quinientos y cincuenta y tres años. Llegaron estos navíos a la ciudad de Valdivia en el mes de octubre. Y Pedro de Villagran, que estaba por teniente de la ciudad imperial, fue con veinte y cinco hombres a pasar la cordillera para ir a la noticia que he dicho. Pues viendo los indios los españoles repartidos y devididos en tantas partes y viendo el trabajo que tenían, porque era el primer año que les habían echado a sacar oro, acordaron levantarse, no como indios, sino como gente que entendían y que procuraban verse libres. Y en una provincia que se dice Tocapel tenía una casa fuerte el gobernador y siete españoles en ella. Estando en la Concepción el capitán Diego Maldonado con seis soldados y llegado a Arauco, donde había doce españoles, que era otra casa fuerte que está doce leguas de la Concepción y de ésta a la de Tocapel hay siete leguas.

Salió el capitán Diego Maldonado con cinco hombres para la casa de Tocapel y llegó a vista de ella y vio cómo ardía la casa e los indios venían a él. Y como vio salir los indios de guerra y quemar la casa, temió que habían muerto a los españoles que en ella estaban. Dio vuelta, y como cargó tanta gente e los pasos malos, solamente se escapó con otro soldado. Los indios mataron los cuatro. Y otro día antes habían dado los indios en los españoles que estaban en Tocapel. Y los españoles desbarataron los indios y aquella noche dejaron la casa y se fueron a la de Puerén, entendiendo que si los indios se rehacían y venían otro día sobre ellos, que estaban malheridos de aquel día, que no serían parte a resestir los indios si volvían, e ansí acordaron entre ellos de irse aquella noche a la casa de Puerén e juntarse con otros diez españoles que estaban en ella y hacerlo saber al gobernador el suceso. Y venido el día y sabido los indios que habían huido los españoles, fueron a la casa y le pegaron fuego. Como estaban todos ayuntados y el capitán Diego Maldonado iba descuidado, salieron y le mataron los cuatro soldados y se escapó malherido. Llegado a la casa de Arauco, le hicieron saber al gobernador por una carta, la cual llegó un domingo. Visto la carta el gobernador y el suceso del capitán Diego Maldonado, tuvo que habían muerto a los españoles que estaban en Tocapel y así salió de la ciudad de la Concepción.

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