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Datos principales


Desarrollo


Capítulo 48 Trata en este capítulo el fin ubo la batalla tre mexicanos y tlatelulcanos, con muerte del rrey Moquihuix y su suegro Tenal, y con ciertos fechos Sosegada toda la gente mexicana, escuchó Axayaca al biexo prençipal tlatelulcano Cuacuauhtzin, dixo: "Ofresçémosnos a buestras guerras y os haremos armas para uros soldados y gente, rrodelas y dardos, baras tostadas (tlatzontectli), arrojadizas". Dixo Axayaca: "Con eso no satisfaze la muerte de nro prençipal y mensajero Cueatzin, que está su muerte rreziente a nros ojos. Ponedme delante a Cihuatecpanecatl". Rreplicó Axayaca a las lágrimas del biexo Cuacuauhtzin, dixo: "Yo soy contento. Çesen por agora las muertes de los tlatelulcas. Mirá qué conçierto esto hazéis". Miró el Cuacuauhtzin a los tlatelulcanos, díxoles: "Rrespondé todos a esta promesa y lo que os proferís a dar tributo". Dixeron los biexos: "Nosotros somos tratantes mercaderes. Daremos preçiada plumería y abes de pluma muy rrica llaman tlauhquechol y xiuhtototl y el tzinitzcan y çacuan, y cueros adouados de grandes animales, leones, tigueres, onças, leones pardos, y ámbar quaxado, tecomates para cacao muy rricos, meçedores de cacao de turtugas anchas engastonadas en oro, petates pintados (alahuacapetlatl), cacao, y asímismo, pues por fuerça de armas ganó este tiangues, allí le grangearemos todo lo que más le conbiniere". Dixo Axayaca a los tlatelulcas: "Tanbién abéis de hazer bizcocho para la gentes de la guerra y pinole y frisol molido, y lo abéis de lleuar cargado quando fuéremos a las guerras, y el cacao pinol, para los prençipales y capitanes y para nros rresçibimientos de prençipales foresteros que binieren a nra corte, y esto cada ochenta días, un día, y en canastas de caña grandes, y abéis de yr a barrer al palaçio mexicano cada día, y, pues fuistes en justa guerra bençidos y muertos, ya no abéis de tener palaçio ni templo de Huitzilopochtli, que de oy en adelante será de para corral.

60r Tanbién os abiso que cada día doy de comer a mis prençipales en el palaçio. Abéis de acudir allá y abéis de estar a ser mensajeros y abéis de ser nros tratantes mercaderes los tiangues de Güexoçingo, Tlaxcalan, Tliliuhquitepec y Çacatla, Cholula. Y allí bamos sobre el trato humano a bender nras cabeças, pechos, braços, piernas y tripas, y con esto benimos a las manos y armas y en ellos hallamos rriquezas, plumería rriquísima, oro, piedras preçiosas". Rrespondieron a una los tlatelulcanos, dixeron hera de todo ello muy contentos, que lo guardarían y cunplirían. Y luego con esto fueron el Axayaca y todos los prençipales capitanes a sacar a las mugeres y niños y algunos biexos de tre los tulares y cañaberales e les dixeron que algunas de ellos estauan metidas hasta los pechos, otras hasta la garganta, otras no tanto. Dixéronlas: "Antes que salgáis bosotras las mugeres del agua, señal de obidiencia y tributo, hablá como rresuenan los patos, de toda suerte de abes bolantes". Y con esto, algunas biexas hazían como patos rreales, les rremedauan, y las moças rremedauan al páxaro de que llaman cuachilco y acaçintli, y con esto hazen tan grande rruido berdaderamente paresçían patos que rresonaban los rruidos. Y luego Axayaca hizo çesar el prender a las mugeres y biexos y dióles libertad, saluo las mugeres mexicanas hizieron y saquearon las casas desmanparadas de los tlatelulcas: cacao, mantas, chile, maíz, legumbres, piedras de moler, metates y de esta suerte de comidas y beuidas, hasta ollas, xícaras, lleuaron las mugeres mexicanas a Tenuchtitlan.

Y los mexicanos, por no se suziar en rrobar cosas mugeriles, lleuaron las músicas los tlatelulcanos tenían: teponaztles, tlalpanhuehuetl. Y acabado esto, començaron a salir de los tulares las mugeres y biexos y muchachas que abían rremedado a los patos y acaçintles. Concluido esto, fueron a rrepartir las tierras tenían las partes llaman Chiquiuhtepec y en Cuauhtepec y los términos de Azcapuçalco, Chilocan, Tenpatlacalcan y otras muchas partes. Y luego, por el primer año trujeron su tributo, todo muy cumplidamente, que no faltó cosa. Axayaca mandó tanbién se hiziese rrepartiçión del tiangues de Tlatelulco a los mexicanos, y començaron a medir primera suerte Axayaca y luego a Tlacaelel Çihuacoatl y luego, por su orden, Tlacochcalcatl y a todos los demás capitanes, fue tenido el tiangues en más que si ganaran çien pueblos porque en él les grangean muchos géneros de mercaderías y de muchos mantenimientos de cada día. Y así se les dio a tender a los tlatelulcanos y quedaron de ello contentos. Benidos a Mexico Tenuchtitlan, Axayaca cuéntale a Çihuacoatl Tlacaeleltzin la manera susodha de todo el susçeso del pueblo de Tlatelulco 60v y del rrepartimiento de las tierras y del gran tiangues de Tlatelulco a los mexicanos. Y dende a los ochenta días, truxeron los bastimientos arriba contenidos sin exçeder en cosa alguna, por lo consiguiente de las cosas y frutos pertenesçientes del tiangues, cosas de menudençias, legunbres, maíz, chile, pepitas y todo lo demás que oy se suele bender los semejantes tiangues.

Bisto el Axayaca el buen cunplimiento dellos, les dixo que rreposasen, y los biexos tlatelulcanos començaron a llorar dándole graçias Axayaca, y él les mandó dar de bestir mantas rricas, pañetes (maxtlatl), cotaras de las buenas, galanas, doradas, y con esto fueron despedidos los tlatelulcanos. Dende algunos días, llamó Axayaca a los tlatelulcas, díxoles: "Padres y hermanos míos, a la guerra se ofresçe yr y es menester luego deis orden para nro matalotaxe, que es pinole con mucho chian y cacao pinole". Luego se mandó Tlatilolco luego todos los barrios hiziesen el matalotaxe y bizcocho (tlaxcaltotopochtli). Acabado, bino luego Petlacalcatl a dar abiso como ya estaua ya hecho. cargóseles que lo abían de lleuar cargado a la guerra los tlatelulcas. Asimismo se les dio a entender a los mançebos prençipales y soldados , llegados a la guerra, abían de hazer por prender esclauos la guerra y benidos de buelta a Tenuchtitlan an de presentar sus esclauos para el serbiçio y sacrifiçio del tetzahuitl Huitzilopochtli; y quando esclauos no tuxeren, que les an de dar de pena y castigo que an de estar sus casas ençerrados hasta sesenta días cumplidos y no abían de salir fuera de sus casas ni a la puerta; tanpoco abían de ponerse beçoleras de piedra preçiada, ni oro, ni tanpoco orexeras, tençacatl y nacochtli; y sienpre abía de estar su palaçio, hera desbaratado, todo suçio, estercolado de suziedad y su templo desbaratado, estercolado. Y lo fue y lo estubo muchos años, hasta la benida que hizo don Fernando Cortés, Marqués del Balle en esta Nueua España, como adelante se dirá, a que me rrefiero.

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