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Datos principales


Desarrollo


Capítulo 40 Trata y prosigue en este capítulo del acabamiento del gran cu y templo de Huitzilopochtli, las cosas que en él hizieron después de acabado los mexicanos con todos los señores prençipales de los pueblos suxetos Como yban acabando un dios de piedra, que les llamauan tzitzimimee, ylhuicatzitzquique (ángeles de ayre sostenedores del çielo), otro nombre que les ponían a estos ydolos petlacatzitzquique (tenedores del tapete de caña), con esto fue acabado, a donde se hizo solenne areito, mitote general en la gran plaça del cu de Huitzilopoch. Agora trata de la manera de la bengança se ba a hazer de los de Huaxaca por las muertes de los mexicanos que tan aleuosamente mataron y rrobaron. "Y con los que de allá trujeren catiuos sacrificaremos y haremos nueua ofrenda a la nueua casa y cu de Huitzilopochtli", y con este abiso Çihuacoatl Tlacaeleltzin hizo llamar a corte a todos los prençipales mexicanos para darles a tender la guerra se a de hazer contra los de Huaxaca. E para esto fueles dho a Tlacateccatl, Tlacochcalcatl y a Cuauhnochtli, Tlilancalqui, los quales, luego fue sabido y tendido, abisaron a todos los capitanes y soldados balientes para la muerte y rrompimiento al fuego y sangre de los de Coayxtlahuacan y Guaxaca, abiendo çitado los balientes soldados, cuachic, otomi, a los mexicanos las cosas les mueue a la guerra y de la manera se alcançan los bienes y onrra y trar en el palaçio armados y bestidos y tener parte de las rrentas de Monteçuma ellos por bitorias y balor de esfuerço y balentía, pues otra cosa no es su fin de los mexicanos sino esta bitoria en guerras ganado, y no estar asentados haziendo ofiçios mugeriles a escuras.

Y con esto, abiendo cobrado tanto ánymo y orgullo, esfuerço de sus personas, rrespondieron luego començasen el biaxe, que ellos estauan prestos y aparexados con ánimos balerosos para traer las ofrendas que pertenesçía a Huitzilopochtli por la nueua casa y cu se le abía hecho y acabado, con abentaxada gente para su sacrifiçio. Y luego otro día de gran mañana començaron a marchar las gentes de cada pueblo, sus capitanes y fardaxes. Doquiera que llegauan les hazían gran rresçibimiento, aguardándoles con muchas bituallas y géneros de comida muy cumplidamente, como para tal rrey pertenesçía, de que estauan ya todos los pueblos sujetos abisados, 47v los quales, después de aberles todos los pueblos rresçibido y albergado, a la partida de su biaxe les dauan para el camino matalotaxe, bizcocho (tlaxcaltotopochtli), cactles (cotaras), mantas de camino de nequén delgadas para el sol, cueros adobados para el domir, de benados, sirben de petates (esteras) para dormir, chile, sal pepitas, por ser pueblos suxetos a la corona mexicana. Y los pueblos que llegauan y no los rresçibían con comidas y rregalos, dexáuanlos rrobados, que cosa alguna dexauan, y aun los matauan con enoxo, cosa de tanta crueldad. Llegados a los términos de Guaxaca el campo mexicano con todos los demás pueblos, capitanes, començaron luego a hazer sus tiendas, buhiyos, rramchos, conforme las calidades de cada señor y capitán y de su pueblo y gente, señalándose cada uno su balor y esfuerço, bastimentos, gente, armas.

Otro día los quatro capitanes mexicanos, Tlacateccatl, Tlacochcalcatl, Cuauhnochtli, Tlilancalqui y con ellos el otomi y cuachicme, adelantados primeros las guerras, y hazen al campo un largo parlamento, prática muy eloquente, tocante la onrra, gloria que en semejante ocasión se alcança mediante balor y esfuerço y ayuda grande de Huitzilipochtli, abiéndoles amonestado la pobreza y miseria de sus casas, mugeres, hijos, hermanos, padres, madres, deudos, parientes, y como era llegado el tiempo de abentajar en rriquezas, rrenta, esclauos, onrra y fama. Y con esto, animando los mançebos nobeles, y a los biexos soldados codiçia de rriquezas, bienes, esclauos, poniéndoles muy balerosos ánimos, poniéndoles nombres de águilas rreales, leones osados, tigueres abentaxadores, chichimeca, gente de ellos deçindientes, benedizos, temidos todo el mundo presente. Y com esto, dándoles muy bien de comer a todos y poniéndose en conçierto en rringle, tre medias de dos bisoños un soldado biexo, astuto en guerras, y los cuachicmes por delante, rrigiéndolos achcacauhtin, mayorales maestros de armas y de dotrina y exemplo, siendo siempre delanteros los otomis y cuachic tequihuaques. Luego dieron un pregón en que amonestauan al campo que, después de auer hecho presa a esclauos, que de los demás les fuesen dando alcançe no quedasen uno ni nenguno, que a todos a fuego y sangre. Y con esto, alçan un alarido lo subían a los çielos y acometen tan furiosamente a los guaxaqueños.

Y de la primera arremetida matan tantos de los contrarios, que los delanteros yban matando, los traseros yban estropeçando con los cuerpos muertos y heridos, quebradas las cabeçadas, braços, piernas. Y los cuachicmes se subieron al gran cu del ydolo y templo de los de Guaxaca, lo quemaron, y la humareda bieron los de Guaxaca, desmayaron tanta manera que dieron a huir desamparando el campo. Y el templo, después de quemado, dieron con él en el suelo los mexicanos con tan gran coraje y rrabia hera espanto grande de los contrarios y huir. Subidos en un alto, bozearon con muchos rruegos a los mexicanos, com 48r lágrimas, y los mexicanos rrespondieron con coraje y brabeza: "No, perros, que todos abéis de morir a nras manos porque otra bez no seáis traidores, salteadores". Y tornando los bençidos con más lastimeras rrazones pidiendo perdóm, ofresçiéndose harán todo lo que les fuere mandado de su tributo y basallaxe, xamás quisieron los mexicanos y tornaron a dar sobre, que era tanta la matança y sangre que corría por los montes, sendas y caminos, que hartos días tubieron mantenimiento los animales de los montes y abes de rrapiña, que casi murieron todos los naturales de Guaxaca, solos a los çapotecas trujeron presos y a los de Otlatlan y los miahuatecas. E les dixeron los mexicanos: "Mirá, mixtecas, no uséis con los mexicanos tan grande alebosía y traiçión, que esta será para en adelante castigo y uno ni nenguno que de botros dexaremos con bida, que totalmente no a de auer ya memoria de bosotros si usáis de otra semejante crueldad como la pasada".

Y luego començaron a juntar el tributo para el rrey Monteçuma. Y otro día caminaron con los presos traían alçando los ojos al çielo, hera grande conpasión y lástima despedirse de sus padres, madres, hermanos, mugeres, hijos y parientes. Llegando en algunos pueblos los salía a rresçibir con bastimientos, todo género de comida para toda la gente y en algunos pueblos que no les hazían rresçibimiento con comidas arruinauan tanta manera los mexicanos los pueblos que hasta dexarlo todo quemado no parauan. Y a una jornada antes de entrar en Mexico Tenuchtitlan biauan mensajero a Monteçuma dándole cuenta como benía su exérçito bitorioso, triunfante, e que todos los más traían esclauos para su serbiçio, fuera de los que abían de ser sacrificados a Huitzilopochtli. Oydo por Monteçuma, holgó mucho de ello y llamó a un prençipal mexicano, díxole que aquel mensajero abía traído tan buenas nuebas que le diesen de merçed de las mantas azules rricas y pañetes labrados y cactles (cotaras doradas) y lo nesçesario para su casa de maíz, frisol, pepita, chian, huauhtle. Y fecho esto, mandó Monteçuma todos los prençipales mexicanos y biexos saliesen a rresçibir el exérçito mexicano con mucho gozo y alegría. Y rresçibidos en el camino, les sahumaron con unos ynçensarios de mucho humo de copal, como mirra, que es señal de mucha onrra, benían bitoriosos de la guerra, dándoles el parabién la benida sus casas y adonde asiste el Huitzilopochtli, dios de los mexicanos.

Y los esclauos benían en medio bailando y dando grandes bozes de dolor y lástima, que abían luego de ser sacrificados a Huitzilopochtli. Y benían los esclauos de los prençipales señalados, traían las manos rrodelas y macanas y otros traían perfumadores y yetl ardiendo y rrosas, cantando el canto de su tierra, llorando, gimiendo su desbentura. Llegados, banse derechos al gran cu de Huitzilopochtli y arrodillados delante dél, con el dedo de enmedio de la mano tomauan tierra y la comían, señal de obidiençia y basallaxe. Y de allí se baxaron todos para yr a hazer rreuerençia al rrey Monteçuma Ylhuicamina, todos por su orden. Y hecha su rreuerençia con muchas solenidades, mandó Monteçuma al mayordomo mayor Petlacaltzin que tregase a los demás mayordomos todos los esclauos con grandísima diligençia. Y otro día llamó Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin, díxole: "Parésçeme, si os paresçe a bos, que con estos de Guaxaca hagamos gran sacrifiçio a Huitzilopochtli, 48v pues beis lo mucho que por nosotros haze y siempre somos bençedores las guerras y mediante él tenemos tantos basallos, pueblos, rrentas, rriquezas". Rrespondió Çihuacoatl, dixo: "Señor, ¿cómo se puede hazer eso?, que los tenedores y sustentadores del çielo no están acabados de labrar los cuerpos, son seis, ni sus altares y sentaderos, que cada día andan a la labor dellos çient canteros (teçoçonques), y será afrentarnos, que a este llamami an de benir todos los señores de todos los pueblos y esta es una gran corte y cabeça de este mundo. Dexémoslo estar hasta se acaben de todo punto de labrar y la piedra, batea, de todo punto acabado, que es el xiuhtezcatl". Y con este acuerdo çesó el sacrifiçio.

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