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Capítulo 26 De cómo los españoles llegaron al pueblo de Teucalhuiacan y del buen recibimiento que allí los hizieron Llegados los españoles al pueblo de Teucalhuiacan ante mediodía, fueron muy bien recebidos por los otomíes, cuyo era aquel pueblo, y diéronles luego mucha comida, la cual les tenían aparejada; regocijáronlos y recreáronlos mucho, ansí a ellos como a todos los que con ellos ivan, y también a los cavallos, dándolos cuanto havía menester y ellos tenían. Los otomíes tlaxcaltecas que se escaparon de la guerra conoziéronse con los de Teucaluiacan, porque eran todos parientes, y desde el pueblo de Teucaluiacan havían ido a poblar a Tlaxcalla. Y luego todos ellos juntos se hablaron para saludar al capitán y a los españoles; luego todos juntos fueron a hablar al capitán y a los otros capitanes, diziéndoles que aquélla era su casa y su pueblo, y ellos eran sus basallos. También se quexaron al capitán del mal tratamiento que les havían hecho Motecuçoma y los mexicanos, cargándolos mucho tributo y muchos trabaxos, y dixéronlos que si los dexavan que más mal tratramiento les havían de hazer porque eran crueles y inhumanos mexicanos. Como Marina huvo dicho al capitán lo que los otomíes dezían, díxoles el capitán: "No tengáis pena aunque me vaya, que yo bolveré presto y haré que ésta sea cabecera y no sea subjecta, a México, y destruyeré a los mexicanos." Como oyeron estas palabras los otomíes de Teucalhuiacan, consoláronse mucho y cobraron presumción y orgullo para revelarse de los mexicanos.

Y los españoles dormieron aquella noche allí. Y otro día, ante que amanesciese, apareciéronse para partirse y tomaron el camino, de Tepotzotlan; llegaron a aquel lugar antes de mediodía. Como los de Teputzotlan los vieron que ivan a su pueblo, començaron luego todos a huir; metiéronse en los montes y ascondiéronse por las barrancas; no quedó nadie en el pueblo que recibiese a los españoles; ninguna cosa llevaron consigo; dexaron todas sus haziendas; solamente salvaron sus personas porque tuvieron gran miedo que las havían de matar. Y los españoles entráronse en las casas principales o palacios del señor; en aquel pueblo dormieron aquella noche todos juntos, y todos estavan con gran temor de que viniesen sobre ellos los enemigos. Otro día, en amaneciendo, almorçaron de lo que hallaron por las casas del pueblo. Después que huvieron almorçado, partiéronse, y por el camino donde ivan, ivan tras ellos los mexicanos dándoles grita, y si alguno se acercava a los españoles, luego le matavan. Fueron derechos al pueblo de Citlaltépec, y como vieron los de Citlaltépec que ivan allá los españoles, ascondiéronse; ningún recibimiento les hizieron. Comieron de lo que hallaron por las casas, y dormieron allí aquella noche. Y de mañana almorçaron; haviendo almorçado, partiéronse, y llegaron al pueblo que se llama Xóloc. Los de aquel pueblo todos huyeron y nadie osó esperar. Todos se subieron al cerro que se llama Xóloc, y allí se ascondieron, y todos tuvieron gran temor.

Los españoles dormieron allí aquella noche, y otro día muy de mañana, como, huvieron almorçado, partiéronse los españoles. Ivan por el camino, en dos rencles los de cavallo y todos los de a pie, y los que llevavan cargas ivan en medio de los de cavallo. Y de camino quemaron todas las casas de los demonios que hallaron a mano, porque eran paxizas; y como las casas ardían espantávanse los que lo vían. Yendo por su camino adelante los españoles, ivan tras ellos dándoles grita los maceoales de aquellos lugares, pero no osavan llegarse. Aquel. día llegaron al pueblo que se llama Aztaquemecan; éste es un monte alto poblado. Los españoles subieron al monte; aposentáronse en la falda del monte, en una población que se llama Çacamulco, que está en un collado; aposentáronse en un cu de los otomíes. También los habitadores de aquel pueblo se huyeron y dexaron el pueblo.

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