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Desarrollo


Capítulo 16 De cómo Motecuçoma salió de paz a rescebir a los españoles a donde llaman Xoluco, que es el acequia que está cabe las casas de Albarado o un poco más acá, que llaman ellos Uitzillan En llegando los españoles a aquel río que está cabe las casas de Albarado, que se llama Xoluco, luego Motecuçoma se aparejó para irlos a recebir con muchos señores y principales y nobles, para recebir de paz y con honra a don Hernando Cortés y a los otros capitanes. Tomaron muchas flores hermosas y olorosas, hechas en sartales y en guirnaldas y compuestas para las manos, y pusiéronlas en platos muy pintados y muy grandes, hechos de calabaças. Y también llevaron collares de oro y de piedras. Llegando Motecuçoma a los españoles al lugar que llaman Uitzillan, que es cabe el hospital de la Concepción, luego allí el mismo Motecuçoma puso un collar de oro y de piedras al capitán don Hernando Cortés y dio flores y guirnaldas a todos los demás capitanes, haviendo dado el mismo Motecuçoma este presente como ellos lo usavan hazer. Luego don Hernando Cortés preguntó al mismo Motecuçoma, y Motecuçoma respondió "Yo soy Motecuçoma." Y entonce humillóse delante del capitán, haziéndole gran reverencia, y enhiestóse luego de cara a cara, del capitán cerca de él, y començóle a hablar de esta manera: "¡Oh, señor nuestro! Seáis muy bien venido. Havéis llegado a vuestra tierra, a vuestro pueblo y a vuestra casa, México. Havéis venido a sentaros en vuestro, trono y vuestra silla, cual yo en vuestro nombre he poseído algunos días.

Otros señores --ya son muertos-- le tuvieron ante que yo. El uno que se llamava Itzcóatl, y el otro Motecuçoma el Viejo, y el otro Axayácatl, y el otro Tiçócic, y el otro Auítzutl. Yo, el postrero de todos, he venido a tener cargo y regir este vuestro pueblo de México. Todos hemos traído a cuestas a vuestra república y a vuestros basallos. Los defuntos ya no pueden ver ni saber lo que pasa agora. Pluguiera a aquél por quien vivimos que alguno de ellos fuera vivo y en su presencia aconteciera lo que acontece, en la mía. Ellos están absentes. Señor nuestro, ni estoy dormido ni soñando; con mis ojos veo vuestra cara y vuestra persona. Días ha que yo esperava esto; días ha que mi coraçón estava mirando a aquellas partes donde havéis venido. Havéis salido de entre las nubes y de entre las nieblas, lugar a todos ascondido. Esto es por cierto lo que nos dexaron dicho los reyes que pasaron, que havíades de bolver a reinar en estos reinos y que havíades de asentaros en vuestro trono y a vuestra silla. Agora veo que es verdad lo que nos dexaron dicho. Seáis muy bien venido. Trabaxos habréis pasado, veniendo tan largos caminos. Descansad agora; aquí está vuestra casa y vuestros palacios. Tomaldos y descansad en ellos con todos vuestros capitanes y compañeros que han venido con vos." Acabó de dezir Motecuçoma su plática, y Marina declaróla a don Hernando Cortés. Como don Hernando Cortés huvo entendido lo que havía dicho Motecuçoma, dixo a Marina: "Decilde a Motecuçoma que se consuele y huelgue y no haya temor, que yo le quiero mucho y todos los que conmigo vienen.

De nadie recibirá daño. Hemos recebido gran contento en verle y conocerle, lo cual hemos deseado muchos días ha; ya se ha cumplido nuestro deseo. Hemos venido a su casa, México. Despacio nos hablaremos." Luego don Hernando Cortés tomó por la mano a Motecuçoma, y se fueron ambos juntos a la par para las casas reales. Los señores que se hallaron presentes con Motecuçoma fueron los siguientes: el señor de Tetzcuco, que se llamava Cacamatzin; el segundo, el señor de Tlacupa, se llamava Tetlepanquetzatzin; el tercero, el que governava en el Tlatilulco, que se llamava Itzcuauhtzin; el cuarto, el mayordomo de Motecuçoma, que tenía puesto en el Tlatilulco, que se llamava Topentemoctzin. Estos fueron más principales, sin otros muchos menos principales mexicanos que allí se hallaron, el uno de los cuales se llamava Atlixcatzin Tlacatécatl, el otro se llamava Tepeoatzin Tlacochcálcatl, otro se llamava Quetzalaztatzin Ticociaoácatl, otro se llamava Totomochtzin Hecatempatiltzin, otro se llamava Cuappiatzin. Todos éstos cuando fue preso Motecuçoma le desampararon y se ascondieron.

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